Que no haya desorden:
no fue el cielo o sus aviones negros
sino un delirio de rejas,
alas en desbande
que subían y se aliaban con el humo.
Tenían una ventaja:
todavía no les habían inventado la muerte.
Entonces decían el tiempo es nuestro
y sus carasrostros se llenaban de alegría.
O decían mayo, primavera, revolución
y sus rostroscaras se volvían a encender
como en fuego o en furia.
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